Se encuentra en la parroquia de S. Martiño de Barciademera. En la portada figura la inscripción “MDCCLII”, que hace referencia a la terminación de la obra.

El interés de la arquitectura de este Pazo Abacial, además de por su situación, se ve incrementado por una ausencia total de estudios sobre este edificio tan singular.
La Rectoral fue ordenada por el abad Alberto Barreiro y Bello. En 1566, se decía que la parroquia es del patronato y provisión de los monjes cistercienses del monasterio de Melón. Barciademera fue lugar de parada y descanso para el transporte de mercancías provenientes de Sta. Eugenia y Sta. Marta de Vigo, donde tenían derechos jurisdiccionales los monjes de Melón.
Los antiguos regidores y procuradores del Pazo gozaban del privilegio de “estar cubiertos durante las sesiones”.
La Rectoral de Barciademera es una de las construcciones más atractivas y sorprendentes que pueden encontrarse en la provincia y, por su arquitectura, única en Galicia. En ella destacan la exhuberancia barroca de su fachada y la austeridad del resto del edificio. Encima del portalón existe un frontón de arco deprimido, partido en la parte central con posibles inspiraciones aztecas. El “atlante” que la remata es un aborigen de América, réplica del gigante de la mitología helénica que, como penitencia por su derrota, fue condenado por Zeus a sostener el firmamento sobre sus hombros. A ambos lados hay dos pináculos escalonados de tableros superpuestos, terminados en bolas y coronamiento de piñas. En la portada se pueden apreciar las pilastras rehundidas, como apoyo de un entablamento ornamentado con lonsajones, dos a cada lado de la cartelera central, y dos círculos en los extremos en forma de soles. En la puerta hay un enmarque moldurado de las jambas, con rectángulos partidos en los ángulos y una roseta en forma de cruz. En el centro, un apoyo de un desarrollo floral, que recuerda las flores de lis.
En la fachada también encontramos figuras salientes, características del Renacimiento y del Barroco; destacan en el espacio de los arcos del frontón, las dos aves coronadas, con sus picos abiertos como en actitud parlante. Modalidades de un Barroco que arrastra temas y motivos del atildado plateresco, que pasaron a los recursos pasados para cubrir pequeños espacios.
Todavía se admira en la antigua casa parroquial la monumental cocina con una original y esbelta chimenea cilíndrica; la originalidad del aprovechamiento del agua para mover el molino, formando parte de la edificación prioral; y la estructura de la caballeriza, que nos recuerda las caballerizas, salvando sus dimensiones, de los monasterios de Oseira, Sobrado dos Monxes, Acibeiro y S. Martín Binario.